El Día Internacional del Conservador-Restaurador se celebra el 27 de enero.
"Sin profesionales CR no se conserva el patrimonio"
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Fue en el XVIII Congreso Internacional de Conservación y Restauración de Bienes Culturales, celebrado en Granada en 2011 que se estableció el 27 de enero como fecha oficial del Día Internacional del Conservador-Restaurador, en honor al natalicio de Eugène Viollet-le-Duc (1814-1879) arquitecto, arqueólogo y escritor francés, famoso por sus "restauraciones" interpretativas de edificios medievales, como la aguja de la cubierta de la catedral de Notrê-Dame de París, destruida en el incendio del 15 de abril de 2019.
Profesionales que juegan un papel fundamental en la protección y salvaguarda de nuestro rico patrimonio histórico y artístico. Una profesión que lleva inherente cierta dosis de incertidumbre y emoción. Muchas historias y vivencias se acumulan en las biografías de los restauradores.
Un conservador-restaurador se encarga de preservar una obra de arte, antigüedad, documento, inmueble u objeto deteriorado. Una profesión que necesita técnica, ciencia y paciencia a partes iguales; minuciosa y discreta, de carácter multidisciplinar que incluye, artesanía, conocimiento empírico, humanidades, ciencias naturales, arte, rigor y código ético.
La conservación del patrimonio cultural podría expresarse en términos de protección y defensa del mismo. Más allá de conservar y restaurar, preservamos la memoria con miras a su transmisión al futuro, como profesionales adquirimos un compromiso con los dueños de las piezas para respetar la integridad histórica, física y estética propia de cada obra y garantizar su identidad cultural.
Este pequeño homenaje tiene el objetivo de reconocer y reivindicar la fascinante y delicada labor de los conservadores y restauradores de bienes culturales, compañeros del mundo; una profesión reciente, en continua evolución y todavía en ocasiones denostada y cuestionada.
Sensibilizar, por un lado a los responsables políticos sobre la importancia de una mejor regulación de la profesión para controlar el intrusismo laboral que, en muchos casos, sin criterios ni directrices suficientes causan daños irreversibles en el patrimonio cultural y por otro, a la sociedad civil para que se involucre activamente en conservar y defender nuestro legado cultural y artístico y las obras que restauramos o conservamos.